jueves, 1 de noviembre de 2007

¿Por qué nos quejamos tanto?

Hace unos días tube una pequeña conversación con un amigo de la universidad, dada la conversación comentamos algo que me puso a reflexionar, "¿Por qué nos quejamos cuando lo tenemos todo en la vida?" Y no es solo lo material, cuando digo "todo en la vida" me refiero a un hogar, la familia y el pan de cada día.

Nos quejamos tanto cuando tenemos todo lo necesaria, es la avaricia las que nos consume creando el deseo de querer mas y mas. Muchas veces somos unos malagradecidos que no apreciamos el sacrificio que otros hacen por nosotros, no tomamos en cuenta que algunas cosas no son tan fáciles de conseguir. Personalmente, muchas veces ni doy las gracias por lo que tengo en la vida, pero eso no significa que no sea consciente de lo que hacen por mi. He vivido quejándome de lo que no tengo, de las cosas que quisiera tener y por x razón no lo tengo, y no obtenido nada bueno, solo llenar mi corazón de amargura y resentimiento hacia las personas que no me han dado lo que he querido.

Actuamos de una manera egoísta, por solo pensar en nosotros mismos y no en los demás, por buscar las cosas a nuestra conveniencia, por no velar tambien por los intereses de otros y solo hacer las cosas con un
"soborno" de por medio y no por el simple hecho de hacernos felices y hacer felices a los que se sacrifican por nosotros.

Nos quejamos tanto de como es nuestra vida y hasta de como son los demas con nosotros, pero veamos las cosas desde otro punto de vista, si el mundo fuera como nosotros queremos que sea entonces no tuviéramos un sentido en esta vida, todo seria lo mismo.

Seamos mas conscientes y dejemos de ser tan mal agradecidos, demostremos que estamos satisfechos con lo que tenemos y abramos bien los ojos ante las necesidades que otros tienen, no somos pobres, tenemos algo mas valioso que lo material, el AMOR.




By Sarah Miller

-*- La Charla Interior -*-


En nuestro Curso de Crecimiento Personal, hablamos de la "Charla Interior", esa voz que nunca se calla dentro de nuestra cabeza, diciéndonos lo que tenemos o no tenemos que hacer, o traduciéndonos lo que nos acontece, como un guía fastidioso que insiste en hacernos notar lo obvio: "Este es un puente, aquella es una catedral..."

Esta voz interna también desempeña el papel de cuenta-cuentos, o narrador de historias. Nos cuenta historias sobre nuestro pasado y nuestro futuro, intercalando comentarios más o menos ácidos sobre las posibilidades que tenemos de llenar nuestras expectativas, o de corregir las secuelas de nuestros errores pasados.

Dentro de nuestra mente pasa un flujo continuo de comentarios sobre nosotros, sobre los que nos rodean, sobre lo que nos sucede o lo que quisiéramos que nos sucediera. A nivel subconsciente, escuchamos estas historias y - lo que es peor - las creemos. Vamos configurando nuestra vida de acuerdo a ellas. ¿Una historia nos dice que estamos bloqueados, que nos sentimos agotados, sin fuerzas para producir algún cambio que nos saque de ese atolladero? Pues, obramos en consecuencia. ¿Para qué vamos a intentar algo que - de partida - se nos presenta como imposible?

Estas historias se desarrollan en forma mecánica, cono si se escribieran solas. Las escuchamos como algo inevitable que se da de suyo. No se nos ocurre que pudiéramos modificar el guión de esa telenovela para hacerlo más positivo y motivador. No quiere decir que neguemos la existencia de problemas en nuestra vida. De verdad, los hay. Lo que podemos modificar es nuestra manera de encararlos. Sólo haremos un esfuerzo cuando este se nos presente como posible.

Tendríamos, primero, que estar atentos a las historias que nos narra durante todo el día el cuenta-cuentos, escucharlas con espíritu crítico, sin tragarnos bobaliconamente todo lo que nos dice, e introducir las correcciones que nos parezcan convenientes. Debemos aprender a contarnos historias que nos muestren lo que somos capaces de hacer, la forma en que podemos conseguir lo que deseamos, superando los obstáculos que se nos presenten. Es importante que nuestras historias sean con ilustraciones. "Más enseña un cuadro que diez mil palabras" dice un proverbio chino. Si visualizamos lo que estamos imaginando como expectativas hacia el futuro. es como si nos inyectáramos energías para conseguir lo que nos proponemos.

De esta manera el cuenta-cuentos estaría a nuestro servicio en lugar de ser un factor desmoralizante que nos atrapa en una red en lugar de ayudarnos a desplegar las alas.

MaNiPuLaCiOnEs


Solemos considerar que nos resulta fácil manipular situaciones. Buscamos a aquellos que son menos agresivos, más pasivos que nosotros, para controlarlos y manipularlos, haciendo uso de su pasividad para que nos sigan. Podemos aparentar incapacidad para empujar a otros a que hagan lo que nosotros no tenemos ganas de hacer.

A veces somos amables con los demás sólo para conseguir lo que queremos obtener de ellos, o usamos nuestra simpatía personal para atraerlos a que compartan nuestros puntos de vista.

Cuando observamos de cerca nuestras motivaciones, vemos que a menudo tratamos de manipular para evitar una respuesta negativa. Por ejemplo, al reprender a un niño que está actuando en forma que pueda provocar un peligro, o cuando hacemos notar a un amigo sus errores, somos calificados de crueles o desconsiderados, provocando resentimiento, aunque hayamos elegido nuestras palabras cuidadosamente. De ahí que procuremos usar una forma más “gentil” para tratar tales situaciones: sobornamos al niño con caramelos, o ignoramos los errores de nuestros amigos para conservar su amistad.

Tranquilamente pasamos por alto cosas que sabemos que son incorrectas y que los perjudican.
Ser honesto en aquellas veces en las que recurrimos a la manipulación no es fácil. Pero si expresamos sinceramente nuestros sentimientos y nuestra preocupación por el bienestar de los demás, nos sentiremos libres de poder actuar con naturalidad y de responder apropiadamente a las exigencias de una situación dada. Entonces, nuestros saludables esquemas de pensamiento podrán influir en otros para que sean más honestos en sus propias vidas.

..:: El sentido de la vida ::..

A menudo hemos escuchado esta pregunta: "¿Qué puede hacer uno cuando la vida no tiene sentido?"

Según Viktor Frankl, hay cuatro factores que le dan sentido a la vida:


  • Realizar una vocación
  • Superar un destino adverso
  • Un gran amor
  • Una fe religiosa

Realizar una vocación es lo que está más a nuestro alcance, sin que se trate de una circunstancia habitual. Es realmente afortunado quien puede trabajar en aquello para lo que está dotado por la naturaleza y que llena los íntimos anhelos de su ser. Esto puede cubrir todos los ámbitos del quehacer humano: arte, ciencias, comunicaciones, comercio e industria, educación, salud... A algunos médicos les hemos oído decir: "Yo no podría haber sido otra cosa que médico. Nunca se me ocurrió siquiera suponer otra posibilidad".

El superar un destino adverso lo vemos con frecuencia en los minusválidos. Podemos citar a Helen Keller, ciega y sordomuda por una meningitis a los dos años de edad; o al notable físico Stephen W. Hawking, paralítico y mudo, que sólo logra comunicarse a través de un artefacto ideado especialmente para él, y que podrá accionar mientras sea capaz de mover el pulgar de su mano derecha.

Y sin ir tan lejos, recordemos al chileno que perdió ambas piernas por el estallido de una bomba olvidada en una de nuestras fronteras. Tuvimos la gran satisfacción de verlo en TV practicando fútbol gracias a su esfuerzo por rehabilitarse. O al nadador, también chileno, que ganó una medalla en la última de las Olimpiadas para discapacitados. O, más cerca todavía en la noticia, a aquellos niños que procuran superar sus deficiencias físicas, innatas o adquiridas.

Ambas motivaciones tienen en común que dependen de nuestro esfuerzo, decisión y voluntad y, desde luego, de la ayuda que puedan prestarnos quienes nos rodean. En las vocaciones vemos que pueden frustrarse promisorios talentos juveniles por no disponer de medios para costear sus estudios. Y en el caso de los minusválidos, todos tenemos aún en la memoria la última Teletón.

En cambio, el gran amor y la fe religiosa no tienen nada que ver con nuestra voluntad, propósito ni esfuerzo. Los sentimos o no. No hay forma de poderlos conseguir si no aparecen en nuestra vida. Es gracia, esa gracia de la que hablaba J. G. Bennett al decir: "...sin merecerla, sin haberla pedido". Algo parecido dice Maslow en relación a una experiencia-cumbre: "Una reacción frecuente es "Yo no merezco esto". Las cumbres no son planificadas o alcanzadas por un designio: suceden. Somos sorprendidos por el gozo".

Al sentirnos tocados por un gran amor o por una fe religiosa, vibramos con una intensidad emocional nunca sentida antes, el mundo se ilumina y todo se transfigura. Entonces nos sobreviene una gran humildad: "Señor, no soy digno..."

Un grande y verdadero amor tiene mucho de religioso, y una fe religiosa está llena de amor.

http://www.alcione.cl/nuevo/index.php?object_id=590